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La primera relación (Parte II)

Dentro de las tres relaciones, la primera relación es la más transformadora.

Dentro de las tres relaciones, la primera relación es la más transformadora.

Dentro de las tres relaciones, la primera es la más transformadora. Es por eso que usted ve a personas que tuvieron una transformación de vida radical después de que descubrieron la fe en Dios. Usted ve casos de personas que dejaron de ser criminales, promiscuas, locas, después de que tuvieron un encuentro personal con Dios. Ningún otro poder en el mundo tiene esa capacidad de transformar a las personas tan profundamente y con tamaña consistencia. Es la única relación con el poder de cambiar realmente a una persona.

El poder de cambiar por fuerza de voluntad propia o determinación humana existe, pero es limitado. Con mucho esfuerzo usted logra cambiar algunas cosas, pero no logrará cambiar todo lo que le gustaría.

Y cuando se trata de cambiar a otras personas, es más difícil aún. Su fuerza de voluntad surte prácticamente cero efecto, sino lo contrario. ¡Renato y yo intentamos, en vano, cambiar al otro durante 12 años! Pero fue cuando dejamos que nuestra relación con Dios se interpusiera totalmente en nuestras relaciones con nosotros mismos y de uno con el otro que el cambio sucedió.

Es por eso que esa relación es extremadamente importante. Tiene el poder de cambiar a la segunda y a la tercera para mejor.

¿Cómo desarrollar su relación con Dios? ¿Cómo conocerlo? Entendemos que “relación” implica un ida y vuelta, comunicación, intercambio y compromiso. Es imposible tener una relación con quien quiera que sea sin esa interacción.

Si usted aún no tiene una relación con Dios, probablemente es porque no se ha comunicado, no ha interactuado con Él. Tal vez no sepa cómo hacerlo.

¿Realmente quiere conocerlo?

Hable con Dios como si estuviera hablando con su mejor amigo. Sin rodeos. Sin palabras bonitas, sin rituales, sin asumir posturas. Sea sincero y abierto. Consejo: Él atiende inmediatamente cuando usted Lo llama en el Nombre de Su Hijo, Jesús.

Realmente hable, abra la boca. No solo esboce algunas palabras en su mente. En su cuarto, solo, hable con Dios y dígale lo que está pasando por su mente, en lo más íntimo de su corazón. Puede parecerle extraño hablar con alguien que no ve, pero este es el papel de la fe. Nosotros hablamos con personas que no vemos todo el tiempo… Cuando usted llama al servicio de atención al cliente de una empresa, por ejemplo. Usted no ve a la persona, pero su creencia de que ella habla por la empresa – tiene los detalles de su cuenta etc., hace que usted hable libremente con esa persona extraña. No es diferente cuando usted habla con Dios. Usted no Lo ve, pero su fe lo conecta a Él.

Déjelo hablar con usted también. Es algo interactivo. Él no va a hablar con usted con una voz audible, pero esté atento a las maneras por las cuales Él le responderá después de su conversación. Si usted está sintonizado, oirá y entenderá Su voz. Cuando Él habla, no deja dudas, sino certeza.

Busque conocer a Dios personalmente. Pero, ¿cómo conocer a alguien que usted no ve? Pensando en esa dificultad, Dios decidió materializarse para que las personas pudiesen conocerlo. Lo hizo a través de la Persona de Jesucristo. Él dijo una vez: “Quien Me ve, ve también al Padre2”. Entonces, usted puede conocer mejor a Dios cuando mira a la Persona del Señor Jesús — quién fue, qué hizo, qué enseñó. ¿Y cómo saber si Él es realmente quien dice ser? Poniendo a prueba lo que Él dijo.

El hecho de que las personas que conocen a Jesús, lo que llamamos primera relación, pasen por tamaña transformación, es la prueba de que Él es real y Sus Palabras verdaderas. Nadie, en toda la historia de la humanidad, logró a través de sus enseñanzas, ejemplo y obras tener tanto impacto sobre tantas personas en diferentes lugares y culturas a lo largo del tiempo como Él.

Conocer a Dios le revela cuán importante y amado es usted.

Esa revelación produce en usted el verdadero amor propio, que es nuestra segunda relación.

Continuará…

Libro: Noviazgo Blindado

Autor: Obispo Renato y Cristiane Cardoso

Si le interesa lea también: La primera relación (Parte I)

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