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Alguna vez has visto frutas frescas mezcladas con frutas viejas? Es una escena, simplemente inaceptable, especialmente en los supermercados. No solamente porque se desvalorizan las frutas, sino, porque principalmente, las frutas viejas se pudren más rápidamente y estropean a las frescas – esto también sirve para las legumbres y verduras y es una regla básica de toda ama de casa en la cocina.
Piensa en lo que el Señor Jesús dice: “Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos” (Marcos 2:22).
Esto es exactamente lo que pasa con las mujeres cristianas que buscan el nuevo nacimiento sin haber abandonado la vieja vida. Una persona no puede ser joven y vieja al mismo tiempo, pero muchas ignoran esa realidad e insisten en buscar el nuevo nacimiento mientras permanecen en la vieja vida llena de resentimiento, malos pensamientos, mentiras, amargura e hipocresía. ¿Cómo se puede tener una vida nueva en tales circunstancias?
Tal vez, te hayas preguntado por qué estás tardando tanto en nacer de Dios. Nunca te pierdes una reunión el domingo por la mañana y te esfuerzas para estar en la iglesia todos los miércoles después del trabajo; aun así, el milagro del nuevo nacimiento que tantos buscas, parece no suceder nunca. Muchas veces vemos personas que toman posesión de ese milagro por la fuerza, es decir, sin realmente tener la seguridad del encuentro con Dios, ¡asumen que lo tuvieron y punto! A fin de cuentas, lo han buscado desde hace tanto tiempo…
¿Por qué Dios impedirá a una persona nacer de Él? En realidad, creo que Dios es la persona más interesada en que esto ocurra. A fin de cuentas, solamente las nacidas de Dios pueden ser llamadas ¡hijas de Dios! Por eso, es obvio, que el motivo de tanta tardanza está en una falta de comunicación entre tú y Él. ¿Habrá tenido Dios el acceso directo a tu corazón para que pueda realizar esa operación tan delicada? ¿Qué se puede hacer? ¿Cómo conseguir el nuevo nacimiento teniendo esta vieja vida, llena del equipaje del pasado? Sencillo. ¡Sé un odre nuevo! Cambia. Deja de guardar resentimiento, de mentir, de estar amargada con las personas de tu alrededor. No cultives malos pensamientos, no critiques ni juzgues a otros. Deja de fingir. Líbrate de todo lo que te sujeta a la vieja vida y estarás preparada para convertirte en una nueva persona.
Cuando Dios vea tu determinación por convertirte en una nueva criatura, cueste lo que cueste, hará aquello que tú no puedes para que ese nuevo nacimiento finalmente suceda.
Una persona nace de nuevo cuando cambia de dentro hacia fuera. No se trata de una versión mejorada de la vieja criatura – además, eso es exactamente lo que sucede con aquéllas que no son verdaderamente nacidas de Dios, pero que fingen serlo. Cuando una persona nace de Dios, tiene Su ADN. En otras palabras, la persona es como Él. ¡Eso mismo! La persona es semejante a Dios. Empieza a tener la naturaleza divina y nada de este mundo es capaz de derrotarla. “Incluso aunque caigan mil a su lado y diez mil a su derecha, ella no caerá” (Salmos 91:7).
Después del nuevo nacimiento, no hay lugar para complejos o falta de amor propio. ¿Sabes por qué? Porque Dios no tiene complejos ni se auto desprecia. Además, si eres semejante al Propio Dios, ¿por qué preocuparse con esas cosas, ¿no?
Continuará…
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Autor: Cristiane Cardoso
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